
Época Moderna (s. XVI-XVII)

Patrimonio militar
La fortificación de Cádiz se inició con Carlos V, quien promovió los frentes con baluartes, y se fue mejorando y ampliando a lo largo de los siglos XVI y XVII a lo largo de todo su perímetro.

Patrimonio marítimo
Gracias a la seguridad que daba el sistema de defensa de la ciudad y al auge del comercio, se instalaron una serie de familias de cargadores de Indias y se desarrolló la «casa del comerciante».

Patrimonio industrial
En los siglos XVI y XVII Cádiz contaba con dos almadrabas: San Felipe y Torregorda o Torre de Hércules. También tuvieron un importante desarrollo los corrales de pesca, los molinos de marea y las salinas.

Un incipiente crecimiento
En la vista de Cádiz de 1513 contemplamos una panorámica del primer entramado urbano de la ciudad. Con una visión lanzada desde el fondo de la Bahía de Cádiz se puede observar el actual barrio del Pópulo.
La muralla dota de una visión libre y singular recalcando el carácter defensivo de sus edificaciones mientras sobresale la Iglesia de Santa Cruz o popularmente conocida como la “catedral vieja”.
Desde principios del siglo XVI se tiene constancia de dos arrabales que se sitúan en las áreas de extramuros en torno a la iglesia-ermita de Santa María y la ermita de la Misericordia, constituyendo el punto de partida del urbanismo gaditano en la Edad Moderna y a partir del cual se proyectaron construcciones de hábitat que cuando se fusionaron dotaron a la ciudad de un aspecto muy reconocible.
Durante el siglo XVI y sobre todo hasta mediados del siglo XVII las áreas más urbanizadas fueron las asociadas a las actuales Plaza de San Juan de Dios y alrededores, barrio de Santa María, la Plaza de la Candelaria y la línea paralela al puerto marítimo hasta alcanzar un límite aproximado a la calle Sagasta, que a su vez sirvió en un primer momento como límite urbano del Cádiz moderno.
A partir de la segunda mitad del siglo XVII se constató una expansión demográfica que conllevó un crecimiento urbano hacia el frente del sur, la zona del Campo de la Jara -hoy la Plaza de San Antonio- y especialmente el barrio de la Viña.
Las obras de urbanización comenzaron en 1687 sustituyéndose progresivamente las áreas de producción agrícola y las derivadas de una industria básica por una zona residencial para personas de economía modesta. Se construyó una capilla (1693) que fue el origen de la actual Iglesia de la Palma.
De esta forma, la ciudad quedó definida a finales del XVII por dos zonas diferenciadas. Una, de carácter popular y más pobre, situada en las partes sur y suroeste, y otra, identificable con la zona rica de la ciudad, morada de comerciantes y de sujetos de buena situación económica, en la parte norte y noroeste de la misma, articulada en torno a la Jara, San Francisco y las áreas próximas que dan al puerto.
La fisonomía del urbanismo gaditano se relaciona tanto con el comercio ultramarino como con su importancia geoestratégica. Se trataba de un punto muy codiciado por las potencias enemigas de la monarquía hispánica que se enfrentaban por participar en el reparto de las riquezas americanas, hecho que quedó constatado con el asalto anglo- holandés de 1596.
El puerto gaditano se convierte en la puerta de entrada y de salida desde Europa hacia el nuevo continente y necesitó una atención primordial por parte de la Corona para proteger el comercio colonial. Cádiz reúne en un espacio urbano las necesidades militares-defensivas de la época y creció al abrigo de las ideas de ingenieros y arquitectos militares que desarrollaron un entramado de lienzos de murallas, baluartes y pequeños castillos que conformaron un conjunto seguro para sus habitantes y para la actividad comercial.
Evolución de la ciudad de Cádiz a través de su patrimonio militar, marítimo e industrial (MMI)